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01 noviembre 2025

Sobre lo torcido


Tuve la oportunidad de ir al MoMA en Nueva York el pasado domingo, y ver una retrospectiva de Ruth Asawa, artista a la que vengo siguiendo desde hace algunos años. Me fascina en su universo la relación entre materiales maleables y formas orgánicas: estructuras suspendidas en el aire, acompañadas por sus incansables sombras.

Pienso en La catedral sumergida, de Debussy donde los arcos y leyes de la física están hechas de sonido y de metáforas, y en los sketches de Gaudí para la Sagrada Familia, con sus hilos y pesas de verdad. Arquitecturas soñadas en mundos invertidos.

En Asawa, el material es alambre tejido. A diferencia del hilo de Gaudí, la tensión del alambre introduce una resistencia extra frente a la gravedad, y esa fricción genera formas más imperfectas, cosquilleando las leyes de la física. En lugar de óvalos proporcionados, aparecen óvalos distorsionados. Todo está un poco chueco.

En las matemáticas de la naturaleza no hay figuras perfectas: una manzana o un huevo no son simétricos (salvo los que venden en AH, supermercado de Holanda, de formas quasi perfectas, jaja!). En el mundo real, las cosas remiten a una geometría absoluta que existe en nuestra mente -como ya lo sabían los griegos- pero siempre mediada por la materia. En la obra de Asawa se nota la mano humana, igual que en las catedrales invertidas de Gaudí: las tensiones de los hilos crean pequeñas asimetrías, y un milímetro de diferencia en el nudo cambia toda la trayectoria.

Estas catedrales - de piedra, de agua o de alambre - me interesan como reflexión sobre la forma musical y su relación con los materiales: un tema vasto y apasionante, tal vez el más interesante de todos para mí.

Realidades superpuestas como armónicos de una serie
Estoy escribiendo una obra para el ensamble Orkest De Ereprijs, en los Países Bajos, llamada In Orbit. El ensamble, de catorce músicos, toca entrando y saliendo de un sonido único sostenido, pregrabado en un vinilo y reproducido en vivo con un tocadiscos antiguo. Ese único sonido, gracias al ensamble, como al contrapunto de las sombras en los móviles de Asawa, se pliega y despliega, revelando distintos ángulos de la misma materia sonora a lo largo del tiempo.

Los instrumentos aportan motivos microscópicos, mini-micro materiales que se desprenden de la nota común del tocadiscos, que actúa como eje de una constelación de aleteos microtonales que giran, literalmente, en redondo. El ensamble se despliega de izquierda a derecha, de adentro hacia afuera, alrededor del vinilo, que gira absorto en su trance estático. 

Perpetuo movimiento sin cambio
Los motivos de los instrumentos que entran y salen del recinto, son como el aleteo de las moscas, con su transparencia compleja y ritmo enredado. Como en los móviles de Asawa, las mini trayectorias de los motivos microtonales afectan al todo, sacudiendo las estructuras musicales; el vinilo reacciona lejanamente, como si el planeta Tierra estornudara levemente, comentando los acontecimientos mínimos en su superficie. Similar al bamboleo de las esculturas de alambre, que vibran gracias al público curioso del MoMA, moviendo el aire con sus pasos acompasados y su murmullo constante.