----------------------------------------------- Metadata description of blog for google search ----------------------------------------------- Hilda Bustamante - Del cielo a casa ----------------------------------------------- Del cielo a casa: Hilda Bustamante

08 agosto 2025

Hilda Bustamante

La novela La segunda venida de Hilda Bustamante, de Salomé Esper, me rompió el corazón dos veces. Primero casi al final. Y cuando me recuperé del impacto literario, me volvió a romper el corazón, en el final final. Me quedé sollozando en mi interior, largamente (todavía sigo), con un llanto sin definición. Un temblor poético, diría yo.
Cada vez que leo una novela que me encanta, como esta, me dan ganas de salir disparada al éter de la composición y empezar, inmediatamente, el larguísimo y arduo proceso de escribir una ópera nueva.

Y reflexiono mucho, muchísimo -pero todavía no demasiado aún- acerca de la confluencia de géneros narrativos, como la novela, las películas, la tradición oral, las narraciones cantadas, etc, etc. Todas ellas en relación a lo que me quita realmente el sueño: la ópera.

Y me encuentro en un nicho (como Hilda Bustamante), hecho a medida de mis sueños, profundos y subterráneos. En ese lugar, confluyen todos estos géneros que están en órbita con la música: las historias, lo performativo, las atmósferas, la danza de los objetos. Este mundo amable que me inventé y que habito tranquila, se refleja, como un eco, en algunas obras que escribí. Pero sobre todo se refleja en las obras que quiero escribir. Obras que todavía no encuentran la definición, el espacio y las herramientas de la mente adecuadas; sí encuentran su existencia en mi deseo sin forma, en mi entusiasmo sin objeto definido.
 Mi pensamiento es, por ahora, ilimitado. Y al ser infinito, es tan vasto como tan limitado, por la misma nada de su inexistencia, por su falta de posibilidad. ¿Y si me quedo acá?  

 

En este mundo mío (lindo, feo, grande, chico, qué sé yo) van haciendo clics, como estrellitas modestas de Navidad, todas estas categorías, para brindar el espectáculo, en mi mente, de una ópera de cámara, mitad teatro, mitad película en vivo, que sea puro sonido; o su equivalente literario: puro temblor poético. La búsqueda o el hallazgo de un temblor poético (¿o una vibración acústica?) como la provocada por Esper en su novela, es tan cercana como inasible, pero está "toda ahí", como la Hilda resucitada, sin explicación ni necesidad de ella. 

En mi mundo, el diálogo entre lo concreto y lo abstracto, es tensado, hasta el extremo de que ambas categorías desaparecen, se mezclan y se confunden. Es una dialéctica que se ha vuelto una ruta transitada y bien conocida por la mayoría de las obras que escribí en los últimos años. Se fue dando así, naturalmente y sin discurso, y es ahora cuando encuentro algunas palabras para definir este proceso, no tanto para explicar lo que ya hice, sino lo por venir.

Cuando lo concreto "está al palo", se vuelve translúcido y abstracto, casi ridículo y ajeno. Enajenado. Es como mirar una botella de aceite Marolio por horas: la botella se vuelve otra cosa, mágica y surreal, una experiencia casi metafísica, donde lo amarillo en sí, descansa en el espectro armónico de un instrumento de metal. 
-Marolio, ¡qué óleo!, dice la subvoz de un pasado lejano que remite a la poesía contundente de la rima perfecta. 

Todos estos teatros que tengo en mi mente, por alguna razón, - tal vez tozudez, buena suerte y la mano mágica de Pierre Alain Monot- llegaron a buen puerto cuando escribí y monté mi ópera "El extranjero", en Alemania, en el año 2024, basada en la novela de Alberto Camus. Escribí la ópera que quería escuchar, destinada a esa audiencia, egoísta y parcial, de una sola persona: la persona que la hizo. Y quiero más.